sábado, 27 de febrero de 2010

...y un funeral.

El otro día , lunes por la mañana, se murió un vecino, un señor de los que viven en las casas de enfrente, las del lado pobre de la calle. Así que estuvimos de funeral!!!

Vereis: aquí cuando alguien muere se prepara algo parecido a lo que se hace en las bodas: una carpa en medio de la calle (literal: las carpas suelen ocupar tanto que a veces no dejan circular el tráfico, ¡pero no hay problema!! porque esto es Camboya), con música durante todo (TODO) el día a todo trapo (que para eso la montan con unos altavoces impresionantes) y donde dan de comer a los invitados o allegados que se acercan a la celebración. Algo así:

Me enteré del acontecimiento estando en casa, cuando empecé a escuchar la música típica de los ovituarios camboyanos. Desde mi balcón tenía unas vistas estupendas (sobre todo del ataud vacío a la puerta de la casa), pero preferí bajar para ver todo más de cerca y, con un poco de suerte, preguntarle a Kanlá. Y hubo suerte, porque él estaba ahí abajo, como siempre.

En Camboya los funerales suelen durar tres días, y se vela el cuerpo en las casas (sin importar el calorazo que hace siempre). Suele haber una música muy característica (música tradicional jemer, interpretada casi siempre por un tipo de xilófono muy grande y a veces violín de una sola cuerda) que suena desde las 5 de la mañana hasta las 8 de la noche, sin parar. Un monje va a la casa y pasa toda la jornada allí, rezando, poniendo incienso, y no sé qué más, mientras que los allegados se sientan en las mesas que la familia pone bajo la carpa, para comer como está mandado.

Kabnlá me estaba explicando que el cuerpo no da olor porque lo lavan con té, cuando 6 personas sacaron al muerto para meterle en el ataúd, allí mismo, en la calle, a la puerta de casa. El cuerpo era el de un señor viejito y de cara arrugadísima, que estaba más tieso que la mojama. Nadie lloraba, y un chico le hacía fotos en el momento de meterle en el cofre: es bastante común acabar colgando en el salón de casa este tipo de fotos.

Acto seguido, las que serían sus hijas o sus nietas (estas sí, llorando) empezaron a meter toda la ropa del hombre en el ataúd. Acabaron cubriéndole la cara con un paño rosa fucsia. Después, entre muchas más personas, empezaron a arrojar sobre el cuerpo del viejito papeles dorados y plateados, cuyo significado no supo explicarme Kanlá (imagino que tendrá algo que ver con que lleve riquezas en su próxima reencarnación). Finalmente acabaron cubriendo el ataúd (ya no recuerdo si con paños blancos, además de con la tapa) y lo metieron en la casa (a medida que escribo me doy cuenta de todo lo que tendría que explicar para que comprendáis la situación). El chico que hacía fotos guardó la cámara y se sentó a aguardar la cena.

No quise ver más, y al día siguiente, al pasar por delante de la casa, vi que sobre el ataúd tenían algunas velas, y en la parte delantera una foto del fallecido de cuando no estaba arrugadito, y algunas flores. La música, las mesas, y el ataúd siguieron en el mismo sitio durante tres días. Y durante los tres días el ambiente era el mismo: muy tranquilo, sin lloros, como de reunión familiar sin pesares, aceptando lo que sucedía de manera natural y cotidiana.

La segunda noche, al llegar a casa, Kanlá estaba sentado en una de las mesas jugando a las cartas con algunos de los asistentes al velatorio. Me senté con ellos un poco, pero con mi nivel de jemer y su concentración en las cartas, la situación era un tanto rara, así que decidí marcharme. Por eso, y porque detrás de mí estaba la familia del muerto mirándome como el que ve a una gallina haciendo buceo. Vamos, que no pintaba nada allí.

Cuando volví del trabajo el miércoles ya habían desmontado el chiringuito. Por un momento eché de menos el ambiente musical y de despedida. Me pregunto si, al final, le habrán enterrado o incinerado.

1 comentario:

  1. pues que nos espere muchos años el viejetito arrugado alli donde esté, enterrado o incinerado.
    chamorrano

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