En Camboya suceden muchas cosas, buenas y malas. Lo que os cuento sucedió esta misma tarde, cuando iba de camino a clase, en bicicleta.
Desde que me robaron, no dejo de ir con la mosca detrás de la oreja siempre que voy con la bici. Especialmente si es de noche, aunque sean sólo las 18:30. Así que una tarde más: dinamo en marcha, visión panorámica de vaca en cada cruce y una ojeada hacia atrás cada vez que escucho una moto más de tres segundos detrás de mí.
Dos calles antes de llegar al cruce que me llevaría a mi destino, escuché un ruido prolongado detrás de mí, casi al mismo ritmo. Siguiendo la lógica de mis obsesiones, miré hacia atrás. Esta vez era una chica, muy joven, que, además, iba en bicicleta como yo. Por supuesto, al mirarla, me sonrió: los camboyanos, y especialmente las camboyanas, tienen una tendencia especial a sonreir a los guiris, o al menos al sector femenino, o al menos a mí.
Por primera vez, una chica camboyana me adelantaba en bicicleta. Mientras pasaba a mi lado, estuve tentada de saludarla. ¡Qué rápido vas! -pensé en decirle. Pero tendría que decírselo en inglés, seguro que apenas habla inglés, pensé, qué rabia que mi jemer no haya mejorado aún hasta este punto, pensaba, mientras la chica ya me adelantaba y me sacaba un cuerpo.
Y siguiendo pedaleando ensimismada con mis pensamientos y mis frustraciones, de repente, vi que la chica deceleraba y se ponía de nuevo a mi altura.
- Hello Miss, do you want one? -ofreciéndome un mango que acababa de sacar de la cesta.
- Erhm, but...-es todo lo que fui capaz de responder.
- Do you want? Because there is no problem, I have two, so you can take this -mientras seguía pedaleando, y sonriendo.
- Erhm... well... but... erhm... yyyyesss, thank you very much! -entonces el mango pasaba de su mano a la mía, mientras pedaleábamos por la 63, de noche, sonriendo.
- Thank you very much! Bye bye!
- Chaa. Bye bye -sacándome, de nuevo, un cuerpo.
Estas cosas sólo pasan en Camboya. Aún sigo con cara de felicidad.